Situada en una vasta meseta sobre el río Côa, Almeida fue una de las principales fortalezas de Portugal durante la Edad Moderna. Con ocupación humana desde el Paleolítico, el topónimo, "al mêda", que significa "la mesa" surgió durante el periodo árabe, aludiendo probablemente a la meseta sobre la que se estableció la población. Una antigua leyenda enriqueció la historia, afirmando que el nombre venía de una lujosa mesa con piedras preciosas incrustadas que existió antiguamente allí.
Más importante, sin embargo, es el papel que Almeida desempeñó en la defensa militar de la frontera desde los primeros años de la independencia de Portugal. Escenario de luchas entre castellanos y portugueses, tomada por unos y otros sucesivamente, Almeida fue definitivamente conquistada por el rey D. Dinis en 1296. En aquella época la población mostraba signos de destrucción tras tantos años de guerras, por lo que el monarca mandó mover el núcleo a su actual ubicación, hizo edificar un nuevo castillo y le concedió la primera carta foral. Desde entonces, Almeida se convirtió en la fortificación más importante de las tierras de Riba-Côa.
Aunque el rey D. Manuel ya había ampliado las fortificaciones de la plaza de Almeida, fue en 1640 cuando se erigió la gran fortaleza abastionada en forma de estrella. Erguida de manera imponente con sus seis bastiones, la fortaleza forma una cintura amurallada alrededor de la población, siendo desde entonces la principal arma defensiva de las tierras de la Beira contra los ataques de los ejércitos españoles durante las Guerras de la Restauración de la Independencia. Solo los ejércitos de Napoleón fueron capaces de invadir la fortaleza, antes inexpugnable, en gran medida debido al abandono al que fue sometida durante los treinta años anteriores.
En 1810, la plaza que sirvió de defensa a la independencia portuguesa, violada solamente por la fuerza de las incursiones francesas y, posteriormente, transformada en prisión política durante las guerras entre liberales y miguelistas, perdió definitivamente sus funciones militares. Esta obra maestra de la ingeniería militar se convirtió en una zona tranquila de descanso junto a la frontera que espera tu visita.
En Almeida, no te puedes perder:
Los 2.500 metros de murallas en forma de una estrella de doce puntas que permitía el fuego cruzado;
El foso de la fortaleza, con 12 metros de profundidad y 62 metros de ancho;
El antiguo cuartel de artillería y prisión, un edificio barroco del siglo XVII, donde está instalado actualmente el Ayuntamiento;
La Igreja da Misericórdia;
La Igreja Matriz.