En el siglo VII, el Monasterio de Santa María de Seiça fue donado por el rey Sancho I a la Orden del Císter, bajo la égida del Monasterio de Alcobaça. Este complejo monástico cisterciense desempeñó un papel decisivo en la reorganización territorial y social de las poblaciones que vivían en el estuario del Mondego, debido al profundo conocimiento de las técnicas agrícolas por parte de la Orden del Císter.
En 1834, con la extinción de las órdenes religiosas, el edificio fue adquirido por el Estado portugués. Su rico contenido se distribuyó entre iglesias y capillas de la región. Su último uso fue como fábrica de descascarillado de arroz, como se puede observar en la enorme chimenea que se conserva.
Las visitas se realizan los sábados y domingos de 14:00 a 17:00 horas.