Los Judíos eran una de las más importantes comunidades ~de la Península Ibérica durante la Edad Media. Esta ruta os conducirá a los puntos más notables del legado judío, como por ejemplo: Belmonte, Trancoso, Guarda, Coimbra y Tomar. Este también será el local para evocar la memoria intemporal de Aristides Sousa Mendes, el cónsul portugués en Bordeaux que salvó 30.000 personas del horror del Holocausto. Un hombre sencillo con un corazón tan grande como la humanidad!
Llamados sefarditas o sefardíes —derivados de Sefarad, la designación hebrea para la Península Ibérica—, los judíos ibéricos se establecieron ya en la época del Imperio Romano, conociendo un período de gran crecimiento económico y social durante el periodo musulmán. A lo largo de la Edad Media, los Hijos de Sión que habitaban el espacio del reino portugués se dedicaban a las actividades manuales y financieras, siendo reconocidos como hombres de cultura. Los reyes de la Primera Dinastía incluyeron a miembros del pueblo judío en sus cortes, como altos funcionarios y físicos y en muchas ocasiones recurrieron a la comunidad judía para pedir préstamos.
Cuando, en 1497, el rey D. Manuel, siguiendo la política de los Reyes Católicos, ordenó la expulsión de los judíos portugueses que se negaran a convertirse al catolicismo, muchos intentaron abandonar el país, con tal de no abandonar su religión. Sin embargo, una gran parte de ellos se refugió en las tierras cercanas a la frontera con España. Dado que habían sido obligados al bautismo y que seguían siendo judíos, estos hombres y mujeres formaron comunidades cerradas que practicaban los cultos judíos en secreto y no tenían ningún contacto con el exterior. Así nacieron los criptojudíos portugueses.
Además de las ciudades que mantienen la memoria de las juderías medievales, como Guarda, Castelo Branco y Covilhã, son muchas las poblaciones linderas de la Beira que conservan vestigios de núcleos criptojudíos. Trancoso, Penamacor y, en especial, Belmonte son localidades en las que el judaísmo sobrevivió durante los últimos 500 años, gracias al secretismo con el que la religión judía se mantuvo viva.
En las ciudades y los pueblos medievales, los judíos vivían en una parte del casco urbano que les reservaba la Corona: la judería. En algunos casos, la comunidad se organizaba alrededor de una sinagoga, y en muchas ocasiones los terrenos de las juderías eran propiedad de los reyes, que alquilaban casas y espacios diverso a los sefardíes portugueses. Muchas de las casas de estos núcleos tienen, aún hoy, marcas en puertas y ventanas, indicando que en ellas vivían judíos. Las juderías más conocidas en la región fronteriza de la Beira estaban en Guarda, Trancoso, Castelo Rodrigo, Celorico da Beira, Almeida, Foz Côa, Pinhel, Linhares y Belmonte. Sus miembros estaban siempre relacionados con el sector de artes y oficios, ejerciendo de sastres, carpinteros, zapateros, herreros, comerciantes, agricultores y médicos, y muchos sirvieron a la corte portuguesa en actividades administrativas y financieras hasta finales del siglo XV.
¡Ven a descubrir en tierras de la Beira la historia y tradición de los judíos portugueses!