Tierra de Judíos y cuna de los "Cabrales", Belmonte integraba la línea defensiva que, antes de la firma del Tratado de Alcañices en 1297, protegía el Alto Côa. Después del establecimiento de la frontera, el castillo de Belmonte fue perdiendo importancia estratégica y la población se extendió por fuera de las murallas. Durante el reinado de Afonso V, el territorio fue donado a Fernão Cabral, alcaide mayor (antiguo gobernador), que transformó el macizo castillo en una residencia señorial. La fortificación que existe hoy en día está formada por la torre del homenaje, parte de la antigua "alcaidaria", conocida como Paço dos Cabrais, y un moderno anfiteatro al aire libre, plenamente integrado en el conjunto de las murallas.
Pedro Álvares Cabral, el tercer hijo del alcaide mayor, es sin duda el belmontense más ilustre de la Historia. Nombrado capitán de la segunda armada con destino a la India por el rey D. Manuel, Álvares Cabral descubrió las tierras de Brasil tras 43 días de viaje, convirtiéndose en primera figura de la epopeya de los Descubrimientos.
También merece nuestra atención la tradición judaica que se vive hasta el día de hoy en tierras de Belmonte. Siguiendo la política de no tolerancia de los Reyes Católicos, D. Manuel promulgó una ley que ordenaba a los judíos portugueses la conversión al Cristianismo o, en caso de negativa, la expulsión inmediata del país. Belmonte fue una de las localidades elegidas por un pequeño grupo de judíos sefardíes que, negándose a salir del reino, se aisló en la población y mantuvo en secreto durante más de cinco siglos los preceptos judíos.
En Belmonte, no olvides visitar:
El castillo, con su ventana manuelina, auténtica joya de granito, desde donde podrás contemplar la Serra da Estrela;
El Museo dos Descubrimientos;
El Museo Judaico;
El Ecomuseo do Zêzere;
El Museu do Azeite (Museo del Aceite de Oliva);
La villa romana de Fórnea;
La judería de Belmonte, con su sinagoga y el cementerio judío;
La igreja de Santiago y el Panteão dos Cabrais.